La creación artística, expresión simbólica de la psique Por Carolina Chirinos

El arte es una vía de expresión simbólica de la psique que nos conduce por un proceso de creación a través del cual, el artista, va encontrándose consigo mismo a modo de un diálogo interno. El arte propicia la expresión del hallazgo desde lo más profundo de aquello que hemos encontrado y que podría estar sencillamente reprimido u olvidado. Tiene la capacidad liberadora de sacar a la consciencia elementos que están en el inconsciente y que necesitamos que se expresen pero que no lo podemos hacer en forma racional, entonces, éstos pueden aflorar a través de la representación de la imagen o símbolo (1) convertido en arte y, es por medio de esta vía de expresión que el artista puede muchas veces lograr encontrarse consigo mismo. Es una forma de sentirse, de percibirse y de ampliar la consciencia de sí mismo, permitiendo que se produzca un intercambio de información entre los aspectos manifiestos o reprimidos de la psique individual.

Desde esta mirada la obra Bípedos de Francisco Pereira nos proporciona una variada visión de su expresión creadora. En sus bronces nos muestra el modo en que explora espacios profundos de la psique (2), y con ello alimenta nuestro interés por el conocimiento de uno mismo y de la expresión artística.

Una obra de arte no solo es un reflejo de la psique del artista, sino también, de una manera profundamente inconsciente de la psique colectiva. El artista que todos llevamos dentro siente una necesidad imperiosa de acercarse a la obra, de vincularse con ella, de entenderla, de mirarla, de tocarla y lo que produce es un reflejo de su propia psicología individual. Un símbolo se refiere a un elemento tan profundo y tan complejo que la conciencia, por ser limitada, no puede captarlo en su totalidad de inmediato.

La totalidad de los procesos psicológicos, tanto conscientes como inconscientes.

Con este acercamiento la propuesta escultórica de Francisco Pereira ha roto con lo estipulado por el Creador en el inicio de la vida animal. Ha quebrantado lo establecido, se ha reñido contra el orden natural de las cosas, ha abandonado el espacio propio que le pertenece a lo animal transgrediendo los límites impuestos a su existencia y, por ello, los ha desterrado fuera de su mundo y también del mundo de los hombres, convirtiéndolos en seres extraños y hasta aprensivos a nuestro psiquismo. La irreverencia a estos principios se refleja en la creación de criaturas practicantes de actos de hybris (3), transgresoras de reglas y desestabilizadoras del orden, del equilibrio y de la armonía universal. Estos Bípedos dotados de fisionomías extravagantes y desproporcionadas como son sus huesos largos, duros y densos que brindan resistencia, estructura y movilidad, se acercan a nuestra búsqueda de estructuras psíquicas interiores, de valores, principios, ideologías, creencias y la flexibilidad para cambiar, para movernos y tomar decisiones en la vida, es lo que tenemos de mayor dureza y solidez, lo más profundo sobre lo que nos apoyamos.

La acentuación de estas características se consigue mediante la combinación de rasgos psicológicos y de elementos morfológicos humanos con una correspondencia igualmente negativa y caótica, lo que en términos psicológicos nos muestra un cuerpo forzado en un sufrimiento que posibilita el aprendizaje psíquico; el hacer alma. Los Bípedos, actúan como exageraciones de características incompatibles con el ideal apolíneo del ser humano y del animal en general, ya que se sitúan en el límite entre lo racional y lo irracional, entre el hombre y la bestia, entre el orden y la barbarie, entre el consciente y el inconsciente. Este bestiario enmarca simultáneamente la capacidad creativa del artista de mostrar en su obra la belleza o la fealdad, provocando sentimientos de fascinación o repulsión, simbolizando lo sublime o lo abyecto, la virtud o el vicio, el orden o el caos, obteniendo en sí mismo o en el observador admiración o censura. En griego antiguo significa extremo orgullo o arrogancia.

Los Bípedos se constituyen como posibilidades de generar movimientos psíquicos en quien se encuentra con cada una de estas criaturas, despertando probablemente lo sombrío que llevamos cada uno en nuestra propia interioridad y que muchas veces nos lo negamos. La dinámica hacia un desarrollo psíquico implica el reconocimiento y luego, la integración de los contenidos inconscientes en la consciencia. La apreciación dual que nos genera el encontramos frente a estas criaturas, hace que afloren a nuestra conciencia las reminiscencias filogenéticas de nuestro estatus evolutivo anterior a la condición bípeda y a la inconsciencia animal que le era inherente. En este sentido, el paso de “abajo” hacia “arriba” lo inicia en el estadio humano del caminar y, mientras camina surge ante sus ojos un mundo más amplio, que le exige relacionarse de una manera diferente con su corporalidad y con el mundo que le rodea. Es el salto evolutivo hacia la consciencia de sí, frente a lo inconsciente e instintivo dominante en el estado evolutivo anterior. El caminar erguido de los Bípedos supone abrirse a una mayor cantidad de experiencias en la vida, proporcionando capacidad racional ante lo irracional en nosotros mismos, lo que comporta psicológicamente a que nazcan nuevas posibilidades psíquicas de vivir y vivirse en la vida con nuestras oscuridades y sombras, de recordarnos permanentemente que estamos hechos de imperfecciones. Esta direccionalidad ascendente que toma la corporalidad bípeda nos hace pensar en la aparición de espacios de optimismo, alegría, vitalidad, ambición, esperanza, exploración activa y superación.

Estos seres híbridos pueden ser vistos psicológicamente como proyecciones psicosomáticas que infringen los estereotipos presentes en nuestros espacios éticos, morales, sociales, religiosos, entre otros, en la medida en que sus características físicas, osteológicas, revelan los múltiples aspectos positivos y negativos propios de nuestro psiquismo. Por tanto, debemos acercarnos a ellos desde una mirada simbólica, dando así un valor agregado, una contribución a una mayor concientización de quienes somos.

Bibliografia:

JUNG, Carlos Gustavo (1976). El hombre y sus símbolos.Biblioteca Universal Contemporánea. Barcelona.

JUNG, Carlos Gustavo (1999). Estudios Psiquiátricos. En Obras Completas Vol.1. Madrid. Editorial Trotta.

Aniela Jaffè, (1976:237,238,239), nos dice: “…el motivo animal suele simbolizar la naturaleza primitiva e instintiva del hombre. Aun los hombres civilizados tienen que darse cuenta de la violencia de sus impulsos instintivos y de su impotencia ante las emociones autónomas que surgen del inconsciente” (…) “el demonio animal es el símbolo más expresivo de tal impulso. La vivacidad y concreción de esta imagen permite al hombre relacionarse con ella como representativa del poder abrumador que hay en él. Lo teme, y busca el modo de propiciarle con sacrificios y ritos”.

Más adelante ella nos señala: “la profusión ilimitada del simbolismo animal en la religión y el arte de todos los tiempos nos recalca meramente la importancia del símbolo; muestra cuán vital es para los hombres integrar en su vida el contenido psíquico del símbolo: el instinto. En sí mismo, un animal no es bueno ni malo; es una parte de la naturaleza. No puede desear nada que no está en su naturaleza”.

Lo expuesto anteriormente se reafirma ante el atrevimiento del artista que subyace bajo la posibilidad de mostrar un proceso de metamorfosis de los contenidos reprimidos de la psique del ser humano, la cual se lleva a cabo mediante la tensión creativa de los monstruos internos -sus Bípedos- en su inconsciente. En cada uno de sus bronces encontramos un halo de misterio, de transgresión, de oposición, malignidad, peligro, desacato, rebeldía, tentación, aversión y, por el contrario, también de ingenio, creatividad, frescura, espontaneidad, independencia, libertad, autenticidad. Todo ello en su conjunto nos invade de gran fascinación. Cada manifestación artística que propone Francisco Pereira en sus piezas es una luz de transformación que aflora con una nueva actitud psicológica hacia la vida. Son la insinuación de posibles nuevos caminos para mediar espacios reprimidos, no recorridos, hacia una mayor consciencia.

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